sábado, 22 de diciembre de 2007

Un recuerdo


Hoy me has venido a la cabeza. No te llegué a conocer nunca, de hecho, sólo te conocía de vista. La rutina sincronizada de algunas personas implica que éstas coincidan todos los días, en el mismo sitio, a la misma hora, día tras día… Y eso nos sucedía a nosotras.

Sin ninguna excepción, todas las mañanas coincidíamos desayunando en la cafetería de la facultad. A esas horas no solía haber mucha gente, por lo que era fácil quedarse con la cara y con las costumbres de las personas allí presentes. Recuerdo que tú siempre te ponías en la misma mesa, que leías uno de los periódicos que apilaban todas las mañanas en la puerta de la facultad y tomabas un café con tostadas. Recuerdo también que siempre pedías aceite porque odiabas la mantequilla.

Te encontraba allí todas las mañanas sin excepción, hasta aquél desastroso 11M. Desde entonces y hasta el último día de mi carrera, te busqué en cada desayuno y tu nunca volviste a estar allí sentada. Pregunté por ti al camarero, el cual confirmó mis sospechas. Y aún me acuerdo de ti, de hecho creo que tu recuerdo convivirá siempre conmigo.

Estas fechas no deben ser fáciles para tu familia, al igual que tampoco lo serán para muchas otras familias cuyos hijos, hermanos, madres, padres, amigos... estaban en ese tren.
En homenaje a ti, y a todos ellos, os dedico estas palabras. Os dedico este recuerdo. Somos tantos los que sentimos rabia por situaciones como esta. No es justo. No lo es.


Quiero que me oigas sin juzgarme.

Quiero que opines, sin aconsejarme.

Quiero que confíes en mi sin exigirme.

Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mi.

Quiero que me cuides sin anularme.

Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.

Quiero que me abraces, sin asfixiarme.

Quiero que me animes sin empujarme.

Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.

Quiero que me protejas sin mentiras.

Quiero que te acerques sin invadirme.

Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas.

Quiero que sepas, que hoy, puedes contar conmigo... SIN condiciones

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Mañana lluviosa


Para que luego digan que Madrid no es una buena ciudad para celebrar los Juegos Olímpicos. Por lo menos debería ser la sede de las carreras de obstáculos, y si no fijaros.
Ayer me levanté a las 6:30 AM. Tras cuatro timbrazos de despertador estaba destinada a llegar muy apurada de tiempo al trabajo, y como soy de esas personas responsables que no suelen llegar tarde, puse el turbo y salí pitando de casa con el desayuno sin masticar (el hombre viene del mono, Mart@ de los hámsters).

Al salir del portal me doy cuenta de que llovía a mares, de manera que me tocó subir otra vez a casa porque una no se tunea de los pies a la cabeza para aparentar seriedad ante el cliente, para luego llegar hecha un clínex usado.

Vuelvo a bajar con paraguas en mano, y primer obstáculo: En Madrid la gente no sabe circular por la acera con un paraguas. Lo sé, consiste en andar normalmente solo que dejando un poco de distancia de seguridad entre un peatón y otro.

Pues no, si algo tienen los genes madriletas es que tenemos prisa para todo SIEMPRE y dejar distancia entre peatones implica adaptarse a su ritmo de paso, lo que implica que tú te sientas retrasado, lo que implica que mandes todo al carajo y corras cueste lo que cueste. El resultado: el vecino te mete la varilla del paraguas en el ojo, tu mojas al de al lado sin querer cuando te inclinas para abrocharte bien el abrigo, pasa un niño pequeño y te roza con su paraguas por lo que tu manga empieza a parecerse a la del mar menor, el de delante pisa un charco y te calas los pantalones… y un largo etcétera.

Hecha un submarino con goteras, llego a la boca del metro donde la gente se apelotona como si de un hormiguero se tratara… casualmente siempre vas a contracorriente, y bajar las escaleras, con el paraguas ya cerrado-total ya estoy calada- a pisotones limpios es toda una odisea (obstáculo número dos) y cuando por fin consigues llegar abajo… ¡lo adivinaste! Hay cola para comprar el billete, hay cola para picar el billete, hay cola para rascarse la nuca… ¡Hay cola para todo! Y es que nos gustan las colas ¡mucho! Podéis hacer la prueba: poneros dos personas, una delante de otra, mirando a la pared y estoy segura de que la gente continúa la fila en cuanto os vean.

Entrar en el tren en hora punta es todo un arte tercer obstáculo. Debes meterte haciendo palanca. Una vez dentro coge aire y ten en cuenta que es posible que te tengas que quedar a la pata coja porque no te entren los dos pies en el suelo -este dato es cierto, me ha pasado- tampoco es problema, porque no hay frenazo que pueda tirar a nade al suelo. Te quedas perfectamente encajonado en tu sitio (Metro de Madrid está en todo).
Cuando llega tu parada, si estás lejos de la puerta… amigo la has cagado. Probablemente te hagas un tour por los subsuelos de Madrid y te conozcas toda la línea… a no ser que saques los dientes, los codos o lo que buenamente puedas para abrirte paso.
Una vez en la calle… empieza la operación cebolla: Te pones el jersey, el abrigo, la bufanda (con el bolso cogido con la boca, si eres mujer) y ale… que tengas un buen día, saluda al oso y al madroño de mi parte.

domingo, 16 de diciembre de 2007

CONSUNAVIDAD

¡Loquita me tienen las Navidades ya! y eso no han empezado. Reconozco que perdí el espíritu navideño hace unos años… cuando algunos familiares cercanos dejan de estar entre nosotros estas fechas son más duras que alegres. Pero cada año me gustan menos. Creo sinceramente que se ha perdido el verdadero sentido que tienen. Todo para convertirlo -como termina por suceder siempre- en un negocio.

A veces pienso estas fechas son en realidad una tapadera para que la gente no se sienta tan culpable por derrochar en muchos casos más de lo que tienen. Entiendo que los críos se les hagan regalos, son ellos los protagonistas al fin y al cabo… pero todo lo demás para mi sobra.
Para mí, aunque suene esto a tópico, la gracia está precisamente en todo lo contrario del consumismo. En darte más cuenta de lo que tienes en lugar de en lo que te falta. Hacer un inventario personal de todas esas cosas (y sobretodo personas) que agradeces que te rodeen.
Creo que las cenas familiares no deberían convertirse en una tortura y mucho menos una obligación. Pienso que deberían estar presentes sólo aquellas personas que por capricho de la apetencia quieran estar allí. Los demás sobran, así de claro. Esa cena por otro lado yo la haría más modesta, ¿qué sentido tiene arruinar a los pobres anfitriones para pasar un buen rato, si se
puede pasar el mismo buen rato con mucho menos? Una lasaña casera, por ejemplo. ¡¡No es cara y esta de miedo!!o unos filetes a la pimienta… Incluso hay platos para paladares exigentes muy “apañados” si sabes organizarte bien. Cuando llega la hora de la cena, la pobre cocinera está tan cansada de trabajar toda la tarde que no puede con su alma cuando llega la hora de cenar.
Sustituiría los regalos (a excepción de los regalos de los peques, claro está) por una buena noche de juegos de mesa, charlas y chistes. Que no siempre coincide una Noche Buena con una buena noche. Gastaros el dinero que ibais a gastar en tonterías de las que no os acordareis en poco tiempo, en escapadas de fines de semana con vuestros hijos, con vuestra pareja o con vuestros colegas… y no en marisco cuyo precio no corresponde ni mucho menos al real… ¡hacer la mariscada en Enero! Así tenéis una excusa para volver a veros todos y encima no fomentáis desorbitante subida de precios alimentarios que hay en diciembre. Es la ley de la oferta y la demanda… si no consumiéramos tanto en diciembre, dar por seguro que los precios bajarían.

No digo que tengamos que pasar unas Navidades austeras, no es cuestión de ser de la cofradía del puño cerrado. Sólo digo que consumamos con cabeza… que muchas familias no pueden permitirse tantos gastos, parece que se sientan culpables por ello y requieran de la ayuda traicionera de los préstamos. A eso me refiero con que se ha perdido el sentido original de la Navidad: la gracia está en tener una excusa para juntarnos todos y no en demostrar nuestro cariño a través de lo que supone un gran sacrificio. Asociamos sacrificio con cariño, cuando son dos cosas que no tienen nada que ver. No por sacrificarme más demuestro que te quiero más.
En fin, sé que parezco “sor Marta, la más grande de las pardillas” diciendo estas cosas… pero a veces creo que el ser humano es el menos racional de los animales. Tenemos capacidad de razón, si, pero no la usamos cosa que tiene más delito que si directamente careciéramos de ella. ¿No nos damos cuentas de que somos peones de la sociedad, del sistema político y económico y que nos manejan como quieren?

viernes, 14 de diciembre de 2007

ESTA NOCHE CENA DE EMPRESA

Esta noche es la cena de empresa. Es lo que te tienen las Navidades, que parece que juntan por obligación a gente que de otra manera no se juntaría. Yo encantada de esta cena, hay muy buen ambiente en mi trabajo y por fin nos juntamos todos en un escenario que no tengo un ordenador por delante...

El año pasado nos lo pasamos muy bien. Es curiosa la metamorfosis que sufrimos fuera del laburo. Parecemos mutantes sacados de comics, después de la cena y de la primera copa no tenemos nada que ver con esas personitas que éramos a las 9 de la mañana. Se respira otro ambiente. Ya no hay formalismos, estamos de juerga.
De repente ese apéndice de tu mano (también llamado bolígrafo) que ha formado parte de la misma durante todo el día, desaparece para convertirse en un cubata que no soltarás hasta la hora en que te acuestes (y algunos ni durmiendo).
Es curiosa también la metamorfosis de nuestras vestimentas: las corbatas de ellos, se cansan de colgar del cuello y pasan (algunos científicos creen que lo hacen por sí solas) a enlazarse en la cabeza de su dueño, donde las vistas son mejores... es que pa’mi las pobres son viseras frustradas.
Ellas terminan quitándose los taconazos y a bailar (o intentar mantenerse de pie en los peores casos) descalzas... “¿qué hay crijjtales? buah! shin ‘pobremas’, en eshtos momentos (hip!) tengo los pies inzzzensibilizados de tanto taconear”.
Los jefes, vestidos al estilo “casual” no imponen tanto y tras cuatro copas, termináis todos tan amigos, con abrazos de por medio y contando anécdotas personales... bailando la conga... lo que haga falta. Y es que todo está justificado: ¡Es la cena de Navidad!

Lo que era una cena termina siendo un desayuno en alguna churrería de Madrid, y esas personitas tan formales y acicaladas de las 9 de la mañana del día anterior, han pasado a parecer los zombis del videoclip de Michael Jackson. Una servidora en concreto, se da un aire bastante parecido al susodicho Jackson a esas horas de la mañana. Y si no zombis, igual vampiros: la luz molesta mucho más, nos ponemos gafas de sol en plena madrugada de Diciembre (insólito), nos huele el aliento a ajo… Bueno, todos sabemos lo que es el desyuno-postjuerga.

Pero el Lunes que viene, cuando nos veamos las caras otra vez… y nos arrepintamos de todos los hechos históricos de esta noche, puede ser que no nos riamos tanto…¿o si?

jueves, 13 de diciembre de 2007

Mi primera entrada...

¡Qué nervios! mi primera entrada... quien me lo iba a decir a mí: doña "yo no sabría nunca que poner en un blog". El caso es que hace unos días me empecé a aficionar a este mundillo y me dije a mi misma ('mu' egocéntricamente) "¡pues yo me quiero subir al barco!" y aquí me hallo.

Antes de nada os pongo al día y me presento: soy una jovenzuela apenas recién licenciada que trabaja como economista de palo. Si, "de palo"... os aseguro que cuando era pequeña y me preguntaban qué quería ser de mayor nunca contestaba "poz cladamente economizta, ni aztronauta, ni bailadina, ni cantante: YO ECONOMIZTA".
En realidad yo quería ser periodista, también se me pasó por la cabeza lo de locutora de radio, presentadora de la tele, publicista, relaciones públicas, profesora... pero menuda puntería la mía que voy a dar con una de las pocas cosas que no estaban en mi laaaarga lista de preferencias.Muchos os preguntareis a que se debe tal infortunio, como puede ser que dedicase 6 años de mi vida a estudiar algo que no me interesaba, saltamontes ¿eres masoca?: es un misterio que ni Iker Jiménez puede resolver... pero la verdad es que hoy por hoy no me arrepiento de lo que he hecho. Por fin puedo decirlo: empieza a gustarme lo que hago, y creo que lo puedo hacer bien. Y siempre habrá tiempo de seguir estudiando y de abrirme camino en lo que quiera. Querer es poder. De momento me quedo aquí y mañana ya veremos.

Vivo en Madrid, la ciudad fantasma. ¿Por qué fantasma? pues porque cuando te alejas un poco de ella y la miras... ¡desaparece! Se esconde bajo una nube entre negruzca y marrón que algunos llaman contaminación y yo prefiero llamar "aura".

Soy muy abierta, me gusta conocer gente y ver a mis amigos. Aunque también es cierto que necesito mis momentos de soledad, soy contradictoriamente sociable e independiente. Me gusta leer, viajar, irme de cañas con mi gente, las buenas conversaciones... y sobretodo reírme. También me gusta mucho aprender, soy observadora, aprendo mucho de la gente que me rodea: de ahí lo de "pequeña saltamontes"