Para que luego digan que Madrid no es una buena ciudad para celebrar los Juegos Olímpicos. Por lo menos debería ser la sede de las carreras de obstáculos, y si no fijaros.
Ayer me levanté a las 6:30 AM. Tras cuatro timbrazos de despertador estaba destinada a llegar muy apurada de tiempo al trabajo, y como soy de esas personas responsables que no suelen llegar tarde, puse el turbo y salí pitando de casa con el desayuno sin masticar (el hombre viene del mono, Mart@ de los hámsters).
Al salir del portal me doy cuenta de que llovía a mares, de manera que me tocó subir otra vez a casa porque una no se tunea de los pies a la cabeza para aparentar seriedad ante el cliente, para luego llegar hecha un clínex usado.
Vuelvo a bajar con paraguas en mano, y primer obstáculo: En Madrid la gente no sabe circular por la acera con un paraguas. Lo sé, consiste en andar normalmente solo que dejando un poco de distancia de seguridad entre un peatón y otro.
Pues no, si algo tienen los genes madriletas es que tenemos prisa para todo SIEMPRE y dejar distancia entre peatones implica adaptarse a su ritmo de paso, lo que implica que tú te sientas retrasado, lo que implica que mandes todo al carajo y corras cueste lo que cueste. El resultado: el vecino te mete la varilla del paraguas en el ojo, tu mojas al de al lado sin querer cuando te inclinas para abrocharte bien el abrigo, pasa un niño pequeño y te roza con su paraguas por lo que tu manga empieza a parecerse a la del mar menor, el de delante pisa un charco y te calas los pantalones… y un largo etcétera.
Hecha un submarino con goteras, llego a la boca del metro donde la gente se apelotona como si de un hormiguero se tratara… casualmente siempre vas a contracorriente, y bajar las escaleras, con el paraguas ya cerrado-total ya estoy calada- a pisotones limpios es toda una odisea (obstáculo número dos) y cuando por fin consigues llegar abajo… ¡lo adivinaste! Hay cola para comprar el billete, hay cola para picar el billete, hay cola para rascarse la nuca… ¡Hay cola para todo! Y es que nos gustan las colas ¡mucho! Podéis hacer la prueba: poneros dos personas, una delante de otra, mirando a la pared y estoy segura de que la gente continúa la fila en cuanto os vean.
Entrar en el tren en hora punta es todo un arte tercer obstáculo. Debes meterte haciendo palanca. Una vez dentro coge aire y ten en cuenta que es posible que te tengas que quedar a la pata coja porque no te entren los dos pies en el suelo -este dato es cierto, me ha pasado- tampoco es problema, porque no hay frenazo que pueda tirar a nade al suelo. Te quedas perfectamente encajonado en tu sitio (Metro de Madrid está en todo).
Cuando llega tu parada, si estás lejos de la puerta… amigo la has cagado. Probablemente te hagas un tour por los subsuelos de Madrid y te conozcas toda la línea… a no ser que saques los dientes, los codos o lo que buenamente puedas para abrirte paso.
Una vez en la calle… empieza la operación cebolla: Te pones el jersey, el abrigo, la bufanda (con el bolso cogido con la boca, si eres mujer) y ale… que tengas un buen día, saluda al oso y al madroño de mi parte.